domingo, 24 de agosto de 2008

Souvenirs


Un chorrito de agua tibia devuelve el perfume y un tanto de vida a lo seco; ya mate, ya manzanilla, ya caldo de pollo o canela.

Son como asteriscos en un fondo negro, como estrellas amarillas, como fuegos artificiales de larga exposición; así son los recuerdos: refulgentes, involuntarios, añoranzas de minutos caídos en defensa de la cordura restante en la vida. Tu te souvienes? Mais oui, bien sûr. Porque recordar, ese ejercicio enajenante y adictivo, es una de tantas terapias para los males existenciales del hombre que piensa al hombre y esa obsesión con la auto-historia propia de uno mismo yo en mí con mi ayer... y exajero el yo pues ese constante juego de memoria salva, en ocasiones, la identidad perdida en el cine o en los libros, en las personalidades de gente admirada, odiada o amada.

Soy una mezcla de frutos del bosque, pon agua, quiero despertar.

I'm jealous of the sun!!!

viernes, 8 de agosto de 2008

Puaj¡

Me parece que ha sido un error leer La Nausée y Rayuela casi al mismo tiempo. Revolví las historias y ahora creo que Horacio escribía la vida de Monsieur de Rollebon, que Traveler lo invitó para almorzar y que terminaron peleándose. Pero sobre todo, que después de 4 años de no verse (de s’avoir quité) Lucía y Oliveira se reencontraron el la habitación de un hotel en París sólo para dejarse nuevamente y continuar cada quien su camino. Por lo visto, Horacio ya no escribiría porque está enfermo del estómago o el almuerzo le cayó mal.