sábado, 1 de noviembre de 2008

Qui est moi?


Estaba en lo correcto, haber extraviado mi USB era la premonición de algo funesto, el suceso fatídico de la semana. Ahora atraviezo un maremoto mental que amenaza con perturbar la tranquilidad relativa en la que me encontraba desde que entré a la facultad. La vez pasada fue lo mismo, perdí mi memoria y horas después ví al fauno que bebe té de almendras con leche.

-No recuerdo dónde dejé la memoria-

Si tuviera un nudo al medio quizá sería más fácil buscarla en el desagüe al estilo Cortázar, o si tuviera sonido podría activarlo para que sonara a unos 12 kilómetros y nunca la escuchara, o muchas otras cosas, el problema es que no recuerdo dónde está mi memoria.

Con el tiempo olvidaré cómo me llamo, si me gusta el reggaeton o el duranguense, si prefiero el negro al blanco o cuántas cucharadas de azúcar le pongo al café si es que le pongo y si es que tomo café.

Dentro de poco ovidaré mi conraseña y dejaré de escribir, y ustedes serán felíces porque ya no deberán leerme.

Principio y fin

Y no se ni por donde comenzar. Sé que hace unos días estuve divagando sobre un tema interesante, pero no me acuerdo de qué se trataba, como tampoco me acuerdo de dónde demonios puse mi USB con las fotos y el texto de mi trabajo final para dos materias. Ando perdida.

Estuve hablando del pensamiento existencialista y de todas las telarañas que construyen un distribuidor vial para impulsos eléctricos, igualito al que está por fresópolis: confuso y sin señalización. Son tantas vertientes que resulta en verdad caótico llegar de un punto al otro, del inicio al final, un final relativo. Porque lo que para mí es el comienzo para tí puede ser el final o quizá el punto medio. Porque toda actividad artísita es una abstracción, aún perteneciendo al realismo o al naturalismo. Siempre juega un papel importante el pensamiento -existencialista o no- del autor.

Estoy atrapada, en líneas de cota. Necesito leer a Cortázar.