domingo, 14 de junio de 2009

Porque lo prometido es deuda: À propos de Los Suplicantes


Supe de su existencia cuando aún no tenía nombre, la conocí finalmente bajo el título de Los Suplicantes; la primera novela de Ricardo Cartas atrapa desde la portada y conserva la atención del lector hasta el último golpe. Novela divertida, violenta, aguda e incisiva con una trama en la que las cosas no quedan muy claras, abriendo puertas y ventanas para conjeturas. Tiene sabor más agrio que ácido, con olor a traición y a la consecuente muerte retrata las costumbres de los mundos con jerarquías de vicios, intereses comprometedores y el magnífico poder nacido del miedo en los niveles inferiores del escalafón.
Los Suplicantes hace pensar en una Ciudad del Pecado, aunque las diferencias culturales mandan esta novela a un entorno con más sabor. Los tratos entre mafias quedan ocultos tras los telones de indiferencia de los habitantes de Perla, a pesar de la traza reticular que permitía observar el movimiento de la mayoría. La misma indiferencia les garantizaba su seguridad, hasta que las mafias empezaron a temblar en sus cimientos y una nueva ciudad debió ser planeada desde cero, independiente de la gastada Perla. En ese nuevo plan se centra la atención de los protagonistas -obligados a tener un comportamiento fuerte, desconfiado y sucio-, mas el real interés es la conservación del poder por el miedo de ser un subordinado y perder privilegios, mientras la historia corre entre traiciones, sangre y los mejores pares de piernas de una ciudad que pareciera tener vida propia. El relato alrededor del poder sirve de aglutinante para que las historias de los personajes se mezclen y la novela al fin parezca una.
Ricardo Cartas vuelve a darnos una muestra de la desfachatez que le caracteriza, de la misma manera que lo hizo en Tus Zapatillas Suenan a Sexo, aquel libro de cuentos picantes y divertidos. En Los Suplicantes podemos encontrar varios pasajes conocidos para admiradores, críticos y resignados a sus trabajos anteriores, no desanimen, aún hay sorpresas bajo las alas del ultracostumbrismo.
Con todo mi hígado espero que nunca llegue a convertirse en un Best Seller, pues eso mataría su esencia y la volvería una más, nos produciría una sensación parecida a la de leer Méjico, algo como una patada en los huevos -para aquellos que tengan-. El mérito más grande de Cartas es haber lidiado con un tema que fácilmente se vuelve un discurso político y hacer de él algo real y crudo pero efervescente que será atractivo para muchos lectores jóvenes, principalmente, gracias a la ligereza -casi irresponsabilidad- con la que suele escribir.

jueves, 11 de junio de 2009

Muerte

Den Click en la imagen para poder leer, no tengo ánimos para capturar todo.


martes, 9 de junio de 2009

Recordar se escribe en francés



Nada que hacer, de nuevo aquí. Me ha devorado de nuevo el monstruo de concreto con múltiples sonrisas que exhala humo antes de gritar al unísono. Es bueno estar de vuelta, no me quejo ni del viento, ni de la multitud. Un vestido de noche y bugambilia pende en el ropero sin puertas, ni ventanas como los demás. La ropa guardada que se usa en ocasiones esporádicas llevando el deseo de gloria impregnado con el perfume de vainilla o de jazmín. Pende en el ropero porque decidí estar más cómoda hoy, al final siempre acabo durmiendo sentada y soñando con volver a usar ese vestido negro con rosa oscuro, pero será después.
Quizás cuando regrese a la casa del aire, ese castillo que me ayudaste a construir. el que está recubierto con piedra musgo y estuco; el que se derrumbó hace algún tiempo en el pasado. debo rediseñarlo y ponerlo de nuevo en pie, con mis propias manos para no depender de la fuerza de un cobarde.
Mientras tanto, seguiré aquí sentada, esperando... en espera al tiempo que la sangre de miles hierve y explota. Danza, no es sino una danza sin coreografía y que anda patas pa'rriba. Sin principio, ni fin; sin orden ni ley. Hoy es la Marsellesa, aunque hicieron falta armas: fusiles, espadas, sobre todo eso, espadas. Creo que además de danza es como un juego. Es la vida.


México D. F., Augusto Rodin No. 241, Col. Noche Buena
4 de febrero de 2008