martes, 27 de marzo de 2007

Ya en el hotel


Y la luz ténue de las veladoras del altar de los santitos y de mi Virgen de la Macarena se refleja en cada una de las lentejuelas de su vestido que ruedan y se deslizan sobre su piel hacia el suelo. Y en lo más hondo de mis fosas nazales el olor a sudor fresco de hace no más de cinco horas, con algo de sal, lavanda y sangre enjuagada con agua... su ropa blanca, que yo misma acomodé con el terno en la silla par aque él se forrara de príncipe. No hay piel más bella, ni espalda más perfecta, ni muslos mejor formados, aunque el derecho tenga una herida reciente...
su calor entre mis brazos, y sus labios en mi cuello, hacia abajo...abajo, más abajo...

No hay comentarios.: