jueves, 21 de enero de 2010

El déjà vu

Es común que me encuentre en situaciones que parecen haber sido vividas -cuatro verbos ¡si!- en un momento pasado, no sé si en verdad ya las viví o si solo lo he soñado -como dice mamá- y eso de no saber que pasa exactamente con esos pequeños juegos de la mente me intriga. Me desconciertan un poco, pero los déjà vu parecen ser simples sesiones aleatorias de recuerdos o de imágenes muy grabadas en el subconciente y a veces terminan siendo presque vu -casi visto- porque la visión no se repite exactamente, es decir, hay variaciones.

James Cameron nos deslubró nuevamente con su última superproducción Avatar, que según los expertos en la materia lleva 15 años de trabajo. La trama no es agobiante, el tema es un clásico ecologista con tintes de etnología y el tirano es, como siempre, el tipo malo con alto rango militar; además, las actuaciones están a la altura y las personalidades de los personajes están bien logradas y definidas.
Analizando visualmente la película y gracias a la tercera dimensión, la mente se recrea en espacios virtuales de mucha belleza y colorido, los detalles como texturas y brillos fueron muy bien planeados y ejecutados. Los nativos Na'vi son bellos, en particular, y me agrada el vículo emocional y "neuronal" que se establece entre ellos y las otras criaturas de Pandora, pero no me puedo quitar de la cabeza que he visto algo similar en otro lado.


Justo cuando vi el trailer y escuché parte de la trama de la película me vinieron a la mente pasajes de Hyperion (1989), novela de Dan Simmons; espcíficamente cuando se describen a los éxters, seres humanos que abandonaron la Tierra y desarrollaron características físicas distintas, como el color de la piel desde azul a plateado, y también se volvieron más altos y delgados por la baja fuerza gravitacional de los sistemas en que vivían -y que después fueron nombrados como los 7 pecados capitales y sus demonios- y algunos más tuvieron alas. Pandora se asemeja a las descripciones del mundo de los Templarios, Bosquecillo de Dios que fue quemado por El Vaticano, destruyendo todo y masacrando a los seres vivos de ese planeta. Aunque para mí sea una semejanza demasiado directa quizá solo sea una muestra de los "lugares comunes" y en este caso, las historias que se repiten y que tienen éxito porque el espectador o lector se siente identificado y en algunos casos se siente culpable.

Más tarde recordé otra película de mi infancia, Zack y Crista y en ese momento, miles de foquitos azules y morados encendieron dentro de mí al grito de ¡Eureka! aunque quizá sonó mas a un ¡A huevo! Porque esa sensación de déjà vu quedó completamente explicada.
Muchas cosas se parecen, la destrucción de la reserva donde viven los seres extraños y mágicos, por maquinotas enormes y ruidosas, la relación sentimental entre la heredera del poder mágico con uno de los títeres del tirano destructor y hasta los seres voladores. Pero lo que más se parece es la importancia de la naturaleza y en específico, de un árbol sagrado, que se convierte en refugio de la comunidad y cuyas semillas brillantes deben ser protegidas por todos los nativos para la preservación de la especie.

Me molesta mucho ver algo que se asemeja a otra cosa, me parece una ofensa a la creatividad y me lleva a pensar que todo es una repetición decadente, un fractal invertido y que muchos no se dan cuenta de la tomada de pelo. Ya sean todas las historias copias de las copias o víctimas de los lugares comunes, Hyperion, Zack y Crista y ahora Ávatar, son exponenetes dentro de sus géneros, de la importancia de la preservación ecológica y también de las culturas nativas. Si no conocen ninguna, sería bueno que vean las películas -Avatar en 3D si es posible- y lean el libro.

En Youtube

En Wikipedia el resumen de Hyperion http://es.wikipedia.org/wiki/Hyperion_(novela)

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