jueves, 28 de enero de 2010

Todos se van

Un día cercano, florecieron todos los cerezos... y hace unos minutos, las cerezas desaparecieron. Todos se van.
Lo efímero de la felicidad es proporcional a la medida en que la felicidad se presenta, la felicidad parece ser un estado de ánimo, pero su ausencia es un estado de desánimo fatal y torturante. Muchas toneladas de tierra oprimen el corazón, la respiración reduce su ritmo hasta hacerse solo un dolor en el centro del pecho, la estaca que se clava y derrama la sangre invisible del abandono.
El balbuceo gutural ahora solo es un sonido de fondo, las palabras han perdido el significado en la tranmisión radial y ni los galos podrán despertarme del trance en que me hundo a cada movimiento de las manecillas. Mientras el tiempo avanza, la distancia se prolongará y los cerezos tardarán más en florecer y mucho más tardarán las cerezas en aparecer.
Todos se van, aunque trate de evitarlo, una vez más...
él se irá.

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